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Día Mundial del Medio Ambiente: nuestras tierras, nuestro futuro
Desde 1972 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) dirige y celebra cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, una iniciativa mundial para la concientización ambiental, que busca fomentar la protección y restauración de los ecosistemas. El lema elegido para el 2024 es #GeneraciónRestauración: no se puede retroceder el tiempo, pero sí es posible hacer crecer los bosques, revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos.
Los ecosistemas de todo el mundo están en peligro. Desde bosques y tierras áridas hasta tierras productivas y lagos, los espacios naturales de los que depende la existencia de la humanidad y otras especies están llegando a un punto de no retorno. Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, lo que afecta directamente a la mitad de la población mundial.
La acción es urgente: asumir compromisos, asignar recursos y actuar de manera efectiva. La conservación y restauración no son solo imperativos ambientales, son esenciales para preservar la salud, el bienestar y la supervivencia de nuestra sociedad y del planeta.
“Desde hace más de 50 años el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), conmemora el 5 de junio como el día mundial del ambiente; no obstante, a pesar de los múltiples esfuerzos, nuestro ambiente se sigue degradando. Afrontamos una triple crisis compuesta por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los excesivos índices de contaminación. Los niveles de consumo de los recursos naturales alcanzados por nuestra generación sobrepasan ampliamente la capacidad del ambiente de reponerlos, y esto ya no solo compromete las posibilidades de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades, sino que compromete nuestras propias posibilidades de desarrollo” reflexionó Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina.
La verdadera sostenibilidad es aquella que se aplica de manera transversal: desde la producción de energía y productos, hasta las formas de comercio o el transporte, pasando por cómo vivimos, cómo son los sistemas alimentarios y económicos. Para tomar decisiones sobre políticas públicas y económicas se debe considerar el análisis de los impactos que estas acciones podrían producir sobre los ambientes, las especies y los servicios ecosistémicos asociados.
“La gravedad de la situación requiere acciones concretas: la conservación de los ecosistemas de nuestro planeta y la biodiversidad asociada es la base del bienestar de las sociedades y de la prosperidad humana, y del cual provienen todos los elementos que necesitamos para cubrir necesidades tan básicas como respirar, hidratarnos, alimentarnos, cobijarnos y protegernos. Es por eso que, en un contexto de crisis ambiental, la restauración resulta un imperativo, antes de llegar a un punto de no retorno” advirtió Manuel Jaramillo.
Conservar y restaurar los bosques nativos de Argentina: Bosque Atlántico y Gran Chaco
El Bosque Atlántico, compartido por Argentina, Brasil y Paraguay, se enfrenta a una grave crisis de deforestación y degradación. Se trata de una de las ecorregiones más amenazadas del planeta y alberga una riqueza biológica única: contiene el 7% de las especies de plantas y el 5% de las especies de animales vertebrados del mundo. Originalmente cubría 1.345.300 km2. Sin embargo, en los últimos 40 años se redujo significativamente —por la deforestación, urbanización, producción— y hoy queda solo el 17 % de los bosques originales.
Los tres países aún enfrentan desafíos para la conservación de la ecorregión, siendo la restauración del paisaje una oportunidad para aumentar la cobertura forestal y mejorar la calidad de vida de las personas. En el Bosque Atlántico, representado por la selva misionera en nuestro país, vive el felino más grande de Latinoamérica que se encuentra en peligro crítico de extinción en nuestro país: el yaguareté.
Por su parte, el Gran Chaco se trata de la ecorregión boscosa más extensa del continente americano después del Amazonas, con una diversidad ambiental y social excepcional. Se extiende en gran parte de Argentina, Paraguay, Bolivia y una pequeña porción de Brasil, y sus ambientes —bosques, pastizales, sabanas, arbustales y humedales— la hacen una región única en el mundo. Sin embargo, El Gran Chaco es una de las principales ecorregiones del país y se encuentra seriamente amenazada: es uno los sitios con mayor deforestación del mundo y niveles más altos de degradación.
Desde hace más de un siglo esta región enfrenta la pérdida sostenida de su patrimonio natural y cultural principalmente por el cambio de uso del suelo para producción agropecuaria y forestal y negocios inmobiliarios, causando deforestación, conversión y degradación de sus ambientes naturales, desplazamiento y empobrecimiento de las comunidades indígenas, extinción de especies y pérdida de los servicios ecosistémicos. En Argentina ya hemos perdido más del 30% de los bosques chaqueños y, a pesar de contar con la Ley de Bosques, entre los años 2007 y 2021, el 76% de la deforestación fue ilegal.
Las Pampas: la ecorregión más transformada
La ecorregión pampeana es una gran llanura cubierta originalmente por pastizales naturales. Sus ambientes albergan una enorme biodiversidad que incluye al icónico venado de las pampas, especie amenazada de extinción.
Las Pampas están en grave peligro y la vida del pastizal se está perdiendo a gran velocidad. Actualmente queda solo el 20% de sus ambientes naturales, debido al avance de la agricultura y la ganadería no sustentable, la caza furtiva, y en los últimos años por la expansión de urbanizaciones y plantaciones de árboles exóticos.
La conversión de los ambientes se trata de la pérdida de la cobertura vegetal natural de un ambiente, como bosques, pastizales y humedales. Generalmente, es provocada por la acción humana para destinar ese suelo a otras actividades, como la agricultura, la ganadería y la urbanización. Estos procesos tienen un enorme impacto negativo: contribuyen al cambio climático -ya que se incrementan las emisiones de dióxido de carbono (CO2)-, reducen y fragmentan el hábitat de especies animales y vegetales -aumentando el riesgo de extinción- y dificultan la capacidad de los suelos de regular excedentes de agua y, por ende, inundaciones. Pero también atentan gravemente contra el desarrollo sustentable de la sociedad, ya que disminuyen la provisión de servicios ecosistémicos, como la regulación del clima, la captación y reserva de agua dulce, y la estabilidad de los suelos para la producción de alimentos.
Fundación Vida Silvestre Argentina trabaja en estas ecorregiones en proyectos de conservación y restauración, tanto de la selva misionera como de los bosques chaqueños y los pastizales pampeanos, junto con la sociedad local y gobierno. El objetivo es lograr la protección y el manejo responsable de los recursos naturales y compatibilizar los planes de desarrollo regional con la conservación de la biodiversidad.
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No proteger al yaguareté significa poner en peligro el equilibrio del ecosistema misionero
Con un marco legal de máxima protección y un esquema de acciones integrales que abarcan desde la prevención en rutas hasta la intervención judicial, Misiones consolida su política de Estado en favor de la protección ambiental, con una de las estrategias más fuertes de América para evitar la extinción del yaguareté y otros monumentos naturales protegidos.
El yaguareté, monumento natural provincial y nacional y emblema de la biodiversidad local, camina la espesura verde de la selva y se convierte en un termómetro de salud. Esta provincia, que protege el 52 por ciento de la biodiversidad de todo el país, despliega una batería de medidas que integra la ciencia, la gestión territorial y la firmeza legal en una lucha constante contra la extinción.
Desde hace décadas, Misiones tiene clara la protección de su flora y su fauna y las acciones para la supervivencia del yaguareté, entre otras especies. La hoja de ruta está en Ley Provincial XVI -Nº 22 que declara Monumento Natural Provincial y le confiere, a este felino, protección absoluta. Este estatus se refuerza con la Ley XVI -Nº 11 de Conservación de la Fauna Silvestre, que prohíbe de forma terminante su caza bajo severas sanciones: multas que equivalen a cien sueldos mínimos, además del decomiso de elementos utilizados en la infracción y clausura de locales.
Asimismo, para acompañar los nuevos tiempos, un decreto reciente, el 2098/24, marca un punto de inflexión. Ordena a la Fiscalía de Estado que actúe de oficio en todos los casos que comprometan la conservación de la especie, con la instrucción de iniciar demandas, denuncias y constituirse como querellante ante la caza, la muerte no natural -incluidos atropellamientos-, la tenencia ilegal, la comercialización de ejemplares o sus partes, y cualquier otro delito tipificado. La norma transforma la protección en una acción judicial proactiva.
La ley cobra vida en el territorio a través de un trabajo silencioso y persistente. Uno de los frentes más críticos son las rutas. La campaña “Yo freno por la fauna”, junto con carteles, radares y controles, busca reducir la velocidad en los corredores biológicos donde el riesgo de atropellamiento es alto. Esta iniciativa es solo la parte visible de un sistema que incluye análisis de tramos críticos, instalación de vallas y protocolos de rescate.
En las zonas rurales, donde el conflicto con la ganadería puede surgir, Misiones implementa un mecanismo pionero. A través de un trabajo conjunto con el Ministerio del Agro, se ofrece compensación y acompañamiento técnico a los productores. El objetivo busca evitar represalias contra el felino y promover prácticas de manejo que disuadan los ataques, construyendo un puente entre la producción y la conservación.
Este esfuerzo se sostiene sobre una red humana compuesta por guardaparques, técnicos del Instituto Misionero de Biodiversidad y organizaciones como el Proyecto Yaguareté. Su labor es intensa, desde el monitoreo con cámaras trampa y collares satelitales, generan datos vitales para entender los movimientos de esta especie, identificar corredores y priorizar áreas de intervención.
Cuando un ejemplar se aventura cerca de zonas pobladas, se activa un protocolo de acción rápida. Un equipo especializado -con personal del Ministerio de Ecología, la Policía con su Dirección de Medio Ambiente y ONGs- se moviliza para capturar, evaluar y reubicar al animal, siempre con prioridad en su bienestar. Estas acciones se complementan con campañas de tenencia responsable de mascotas para minimizar encuentros conflictivos.
La conservación del yaguareté en Misiones es un trabajo conjunto y complejo. Cada eslabón -la señalética en una ruta, el diálogo con un productor, el rastreo de una huella, una denuncia judicial- es indispensable. No es una tarea de un día, sino una política de Estado que entiende que la sombra del yaguareté, proyectándose sobre el monte misionero, es la prueba viviente de un ecosistema que aún late con fuerza. Su futuro depende de que este entramado de esfuerzos se mantenga, se fortalezca y no ceda.
En Misiones, la protección del yaguareté no es un gesto simbólico, sino un compromiso sostenido que atraviesa leyes, ciencia, territorio y comunidad. La Provincia consolida una política ambiental que combina prevención, control, justicia y convivencia, entendiendo que la supervivencia del felino más emblemático del país refleja la salud de todo el monte. Mantener viva su presencia es garantizar que Misiones siga siendo un bastión de biodiversidad, donde cada acción suma para que el yaguareté continúe caminando la selva que lo vio nacer.
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Abuso y muerte en Colonia Victoria: Lo que se dijo en la marcha (Con Videos)
Ayer por la tarde se realizó la marcha en pedido de justicia por Gabriela, la niña que falleció a principio de semana y que habría sido víctima de abuso sexual. Por el caso está detenido el padrastro de la niña.
Canal 9 Norte Misionero estuvo en la marcha y esto fue lo que expresaron los vecinos:
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Abuso y muerte en Colonia Victoria: El comunicado de la escuela a la que asistía Gabriela
Este miércoles se desarrolló una marcha de vecinos exigiendo justicia por la niña que falleció a principio de esta semana en el Hospital SAMIC de Eldorado y que presuntamente habría sido víctima de abuso sexual. Durante la movilización se cuestionó la ausencia de la madre de la niña y de las autoridades de la Escuela N° 267 Santa Maria del Iguazú, institución a la que asistía Gabriela.
Precisamente, desde el establecimiento emitieron ayer un comunicado de prensa a través del cual han dicho que intentan “transmitirles un mensaje de tranquilidad y cercanía” a la comunidad, asegurando que “nuestra principal prioridad es el cuidado integral de nuestros estudiantes, docentes y familias. Por ello, hemos activado y mantenemos en plena implementación el Protocolo de Abordaje Integral del Suicidio, en cumplimiento de la Resolución 292/24, trabajando de manera articulada con organismos provinciales especializados en salud mental y acompañamiento educativo, resguardando la privacidad del caso desde que tomamos conocimiento el pasado 06 de Octubre”.
El comunicado completo

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