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Manuel Jaramillo: “Cuando (lo que creemos que son) buenas acciones lastiman: por qué los animales silvestres no son mascotas”
En una nota de opinión escrita por el director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, Manuel Jaramillo, que fue enviado a distintos medios se refirió a la tenencia de animales silvestres como mascotas, una polémica que se destacó en Misiones con las publicaciones en redes sociales de la influencer y reina de la comparsa de Concepción de la Sierra Marcia Ortiz.
La nota dice lo siguiente:
En una casa del interior, una vecina muestra con orgullo un pequeño mono tití que “rescató” después de que su madre fuera atropellada. Lo alimenta con una mamadera, frutas, le tejió un abrigo, le pone pañales y hasta le dio un nombre. La señora asegura, con mucho amor, que lo está cuidando y que lo salvó. Y aunque sus intenciones parecen nobles y sinceras, la realidad es otra: ese monito, como tantos otros animales silvestres que viven en hogares humanos, está siendo alejado de su verdadero mundo, de los de su especie, de su naturaleza.
La tenencia de animales silvestres como mascotas es un fenómeno extendido en todo el mundo, muchas veces impulsado por la desinformación o la empatía mal dirigida. Desde pichones de aves, como los loros, hasta pequeños felinos, coatíes, tortugas o monos, la lista de animales nativos que terminan en jaulas o peceras en casas particulares es extensa. Sin embargo, detrás de cada caso hay una historia de desequilibrio ecológico, sufrimiento animal y, a veces, riesgo para las personas.
Lo que para algunas personas puede parecer un gesto de cuidado, muchas veces representa un daño que luego es difícil de reparar. Un animal silvestre criado en cautiverio pierde habilidades fundamentales para sobrevivir en su ambiente natural: para encontrar alimento, para evitar a sus depredadores naturales, para interactuar con los de su especie, cambios radicales en su dieta natural, entre muchos otros. En otras palabras, se vuelve prisionero en un entorno que no le pertenece, que no les es natural.
A su vez, muchos de los animales silvestres pueden transmitir enfermedades, volverse agresivos al crecer o simplemente vivir en un estado constante de estrés. No están hechos para convivir con humanos en sus casas. Su bienestar depende de un entorno específico: el monte, la selva, el río, el cielo abierto.
Es verdad que ciertas veces los animales silvestres pueden necesitar ayuda de las personas: pueden estar lastimados, desorientados, sin su madre. Pero el paso correcto o indicado no es llevarlos a casa. Existen centros de rescate, profesionales especializados y protocolos que permiten evaluar si pueden ser o no reinsertados en la naturaleza. En cambio, cuando los adoptamos como mascota, le negamos esa posibilidad.
El problema se agrava cuando no logramos distinguir entre una mascota —un animal domesticado como un perro o un gato— y un animal silvestre. Esta confusión lleva a justificar la tenencia con argumentos como “pero lo trato bien”, “está mejor acá que en el monte” o “lo salvé”. Sin embargo, y pese a que los argumentos muchas veces nacen de personas bienintencionadas, los animales silvestres no necesitan ese tipo de cariño humano: necesitan la selva, su libertad y a otros de su especie. Si esto último no fuera posible, se le deben brindar condiciones apropiadas para su conservación fuera de la naturaleza, conocida como conservación “ex situ” y pueden ser parte de programas de educación ambiental o de aportes de material genético para programas de reintroducción, en caso de ser necesarios.
La buena noticia es que cada vez más personas y comunidades están reflexionando sobre esta problemática y es positivo que así sea. Se preocupan y reaccionan al toparse o escuchar sobre casos de tenencia de animales nativos como mascotas. Por ello, hay una necesidad seguir impulsando acciones para que esto no siga ocurriendo.
La educación es, con seguridad, una de las claves para que cada vez más personas puedan diferenciar claramente a los animales domésticos de los silvestres, y promover una relación basada en la observación respetuosa y la coexistencia, y no en la tenencia. Entender que no todo animal necesita ser rescatado —al menos no por cualquier persona— es un paso importante hacia una cultura de mayor respeto y responsabilidad ambiental.
El desafío actual es cambiar la forma en que miramos a los animales silvestre. No como objetos de ternura ni como trofeos exóticos, sino como parte esencial de un ecosistema que también nos sostiene a nosotros. Y reconocer que, a veces, la mejor forma de cuidar es no intervenir.
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No proteger al yaguareté significa poner en peligro el equilibrio del ecosistema misionero
Con un marco legal de máxima protección y un esquema de acciones integrales que abarcan desde la prevención en rutas hasta la intervención judicial, Misiones consolida su política de Estado en favor de la protección ambiental, con una de las estrategias más fuertes de América para evitar la extinción del yaguareté y otros monumentos naturales protegidos.
El yaguareté, monumento natural provincial y nacional y emblema de la biodiversidad local, camina la espesura verde de la selva y se convierte en un termómetro de salud. Esta provincia, que protege el 52 por ciento de la biodiversidad de todo el país, despliega una batería de medidas que integra la ciencia, la gestión territorial y la firmeza legal en una lucha constante contra la extinción.
Desde hace décadas, Misiones tiene clara la protección de su flora y su fauna y las acciones para la supervivencia del yaguareté, entre otras especies. La hoja de ruta está en Ley Provincial XVI -Nº 22 que declara Monumento Natural Provincial y le confiere, a este felino, protección absoluta. Este estatus se refuerza con la Ley XVI -Nº 11 de Conservación de la Fauna Silvestre, que prohíbe de forma terminante su caza bajo severas sanciones: multas que equivalen a cien sueldos mínimos, además del decomiso de elementos utilizados en la infracción y clausura de locales.
Asimismo, para acompañar los nuevos tiempos, un decreto reciente, el 2098/24, marca un punto de inflexión. Ordena a la Fiscalía de Estado que actúe de oficio en todos los casos que comprometan la conservación de la especie, con la instrucción de iniciar demandas, denuncias y constituirse como querellante ante la caza, la muerte no natural -incluidos atropellamientos-, la tenencia ilegal, la comercialización de ejemplares o sus partes, y cualquier otro delito tipificado. La norma transforma la protección en una acción judicial proactiva.
La ley cobra vida en el territorio a través de un trabajo silencioso y persistente. Uno de los frentes más críticos son las rutas. La campaña “Yo freno por la fauna”, junto con carteles, radares y controles, busca reducir la velocidad en los corredores biológicos donde el riesgo de atropellamiento es alto. Esta iniciativa es solo la parte visible de un sistema que incluye análisis de tramos críticos, instalación de vallas y protocolos de rescate.
En las zonas rurales, donde el conflicto con la ganadería puede surgir, Misiones implementa un mecanismo pionero. A través de un trabajo conjunto con el Ministerio del Agro, se ofrece compensación y acompañamiento técnico a los productores. El objetivo busca evitar represalias contra el felino y promover prácticas de manejo que disuadan los ataques, construyendo un puente entre la producción y la conservación.
Este esfuerzo se sostiene sobre una red humana compuesta por guardaparques, técnicos del Instituto Misionero de Biodiversidad y organizaciones como el Proyecto Yaguareté. Su labor es intensa, desde el monitoreo con cámaras trampa y collares satelitales, generan datos vitales para entender los movimientos de esta especie, identificar corredores y priorizar áreas de intervención.
Cuando un ejemplar se aventura cerca de zonas pobladas, se activa un protocolo de acción rápida. Un equipo especializado -con personal del Ministerio de Ecología, la Policía con su Dirección de Medio Ambiente y ONGs- se moviliza para capturar, evaluar y reubicar al animal, siempre con prioridad en su bienestar. Estas acciones se complementan con campañas de tenencia responsable de mascotas para minimizar encuentros conflictivos.
La conservación del yaguareté en Misiones es un trabajo conjunto y complejo. Cada eslabón -la señalética en una ruta, el diálogo con un productor, el rastreo de una huella, una denuncia judicial- es indispensable. No es una tarea de un día, sino una política de Estado que entiende que la sombra del yaguareté, proyectándose sobre el monte misionero, es la prueba viviente de un ecosistema que aún late con fuerza. Su futuro depende de que este entramado de esfuerzos se mantenga, se fortalezca y no ceda.
En Misiones, la protección del yaguareté no es un gesto simbólico, sino un compromiso sostenido que atraviesa leyes, ciencia, territorio y comunidad. La Provincia consolida una política ambiental que combina prevención, control, justicia y convivencia, entendiendo que la supervivencia del felino más emblemático del país refleja la salud de todo el monte. Mantener viva su presencia es garantizar que Misiones siga siendo un bastión de biodiversidad, donde cada acción suma para que el yaguareté continúe caminando la selva que lo vio nacer.
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Abuso y muerte en Colonia Victoria: Lo que se dijo en la marcha (Con Videos)
Ayer por la tarde se realizó la marcha en pedido de justicia por Gabriela, la niña que falleció a principio de semana y que habría sido víctima de abuso sexual. Por el caso está detenido el padrastro de la niña.
Canal 9 Norte Misionero estuvo en la marcha y esto fue lo que expresaron los vecinos:
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Abuso y muerte en Colonia Victoria: El comunicado de la escuela a la que asistía Gabriela
Este miércoles se desarrolló una marcha de vecinos exigiendo justicia por la niña que falleció a principio de esta semana en el Hospital SAMIC de Eldorado y que presuntamente habría sido víctima de abuso sexual. Durante la movilización se cuestionó la ausencia de la madre de la niña y de las autoridades de la Escuela N° 267 Santa Maria del Iguazú, institución a la que asistía Gabriela.
Precisamente, desde el establecimiento emitieron ayer un comunicado de prensa a través del cual han dicho que intentan “transmitirles un mensaje de tranquilidad y cercanía” a la comunidad, asegurando que “nuestra principal prioridad es el cuidado integral de nuestros estudiantes, docentes y familias. Por ello, hemos activado y mantenemos en plena implementación el Protocolo de Abordaje Integral del Suicidio, en cumplimiento de la Resolución 292/24, trabajando de manera articulada con organismos provinciales especializados en salud mental y acompañamiento educativo, resguardando la privacidad del caso desde que tomamos conocimiento el pasado 06 de Octubre”.
El comunicado completo

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