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Los medicamentos en Argentina son más caros que en España y Estados Unidos: los precios varían hasta más del 1.000%

El dato surge de la comparación de una canasta de 10 remedios en Argentina, España, EEUU, Colombia y Perú. Para el director del Centro de Profesionales Farmacéuticos “hay un abuso de la posición dominante”. En el último año cayeron más de 9 millones las unidades vendidas, pero la facturación de los laboratorios argentinos subió un 332,9%
Los vemos todos. Cada tanto, un abuelo sale llorando de una farmacia por no poder pagar sus medicamentos. Por reiterada, la imagen no deja de estremecer. El índice de pobreza del 52,9% (que equivale a 25 millones de argentinos), anunciado por el INDEC para el primer semestre del año, explica esa y otras postales de 2024. El drama en las farmacias se puede traducir en cifras. Según le contó a Infobae Rubén Sajem, director de CEPROFAR (Centro de Profesionales Farmacéuticos), “la caída de recetas (las que se dejan de comprar) entre agosto de 2023 y el mismo mes de 2024 alcanzó al 15%. Es muchísimo. En agosto de 2024 se dispensaron 51.850.000 unidades, en agosto del año pasado 61.010.000 millones. Es decir, hay una caída de 9.160.000 unidades, de las cuales el 70% corresponde a medicamentos recetados. Cuando decimos unidades hablamos de envases para un tratamiento. Son cerca de 10 millones de tratamientos caídos”. De acuerdo a su testimonio, es más grave en medicamentos recetados a través de PAMI: “Lo que están diciendo las farmacias de distintos puntos del país es que los medicamentos que perdieron la gratuidad, y el jubilado tiene que pagar un porcentaje, no lo lleva”.
La cifra contrasta con la noticia de la facturación de la industria farmacéutica argentina, que en el mismo período alcanzó los 3.080 millones de dólares, un incremento del 332,9% respecto a igual período de 2023, según informó la agencia EFE en base a fuentes oficiales.
En el Gobierno están preocupados por los altos precios de los medicamentos y la dispersión que existe entre los diferentes laboratorios. Lo suele repetir Federico Sturzenegger, que impulsa medidas para desmantelar el lobby de los laboratorios: “El Omeprazol genérico sale 3 mil pesos y una marca no genérica vale alrededor de 23 mil”. Aunque según señala Sajem, “si hablamos con propiedad, en Argentina no hay medicamentos genéricos. Todas son marcas. Algunos laboratorios las hacen conocer más”.
Y lo explica: “Los laboratorios argentinos, en general, no producen medicamentos innovadores. Es una falla de la industria: son copias de otros que eran originales y por el tiempo transcurrido han vencido las patentes y los puede producir cualquiera. Por ejemplo, el Ibuprofeno entró en uso en 1969, hace 55 años. Hay 36 marcas de Ibuprofeno en el país, con una diferencia de precio mayor al 300%, de 1.500 pesos a 7.000. Y siempre, la que más se usa es la más cara. El Omeprazol entró al mercado en 1979, hace 44 años. No es una innovación. Y hay 30 marcas. El más caro cuesta 21 mil pesos. El más barato, 3 mil. Hay un 800% de diferencia. Y el médico receta la primera porque es de un laboratorio muy conocido. Hay un abuso de la posición dominante a través de las técnicas de marketing, que unos laboratorios pueden manejar mejor que otros. Nosotros en la farmacia se lo podemos cambiar a la gente, le decimos que hay uno más económico, pero el paciente casi siempre se atiene a lo que le indica el médico. Revertirlo exigiría una presencia muy activa de la autoridad sanitaria”.

El directivo farmacéutico señala que el motivo de dicho comportamiento es que “quienes tienen menos información sanitaria, en el caso de los productos de venta libre, compran la marca que ven en la publicidad. Y lo mismo el médico, receta al laboratorio que más lo visita. Evidentemente hay métodos de inducción, porque no hay medicamentos de distintas calidades en Argentina. Podrán decir que aunque tengan el mismo principio activo, tienen distintas características de biodisponibilidad, más aceptación en el organismo. Pero no todos los laboratorios tienen hechos esos análisis, por eso viven pidiendo prórrogas al ANMAT para no hacer esos estudios clínicos en pacientes, porque son caros. Entonces el médico no se apoya en una mejor calidad, sino en una mejor difusión de la marca, las que tienen mayor publicidad y propaganda. Es la realidad”.
Además, Sajem desliza un dato revelador sobre la forma en que se manejan los recetarios en el país. Si realmente se quisieran bajar los precios, la diferencia entre lo que recetan los médicos y los medicamentos que usan las clínicas privadas y hospitales públicos para los mismos pacientes también resultan un escollo: “Los mismos médicos, cuando trabajan en una institución hospitalaria, a los pacientes internados le dan el medicamento más barato, ahí lo aceptan. Pero cuando recetan para que el paciente vaya a la farmacia, lo obligan a pagar el más caro. Hay una distorsión ahí, mucho para corregir”.
La periodista y escritora Soledad Ferrari investigó el mundo de la salud y publicó un libro revelador, llamado previsiblemente “El negocio de la salud”. Allí posó su mirada crítica. Y el precio de los medicamentos no fue ajeno: “Los sobreprecios que tienen los medicamentos en Argentina, donde son más caros que en los Estados Unidos, son una locura. Los laboratorios aducen que es por la cantidad de años de investigación que llevan a producirlos, pero acá no hay nadie que controle. No les importa. Además, hay una relación tóxica implícita entre médicos y laboratorios. Esto sucede en todo el mundo, pero Argentina es un país cada vez más pobre, donde los médicos ganan cada vez peor. Imaginate entonces…”
Según ella, además, aquí “sobre medican a sus pacientes y con los medicamentos más caros, ¿por qué? Cada vez que voy al médico le digo ‘dame el genérico o el más barato’. No tiene sentido comprar una marca que cuesta el cuádruple. Termina siendo contraproducente para tu salud mental: te estresas porque no podés comprar ese medicamento. Y después vas a necesitar otro remedio por el estrés, porque no podés dormir, tenés úlceras, gastritis. Es la rueda perfecta, es maquiavélico, pero así funciona la industria farmacéutica”.
En Argentina, el salario mínimo mensual asciende a $268.056, en Perú a 1025 soles ($338.434,5 —convertido con el valor del dólar libre a 1230 pesos—), en España 1.323 euros ($1.817.927,7), en Colombia 1.462.000 pesos colombianos ($ 432.898,5) y en los Estados Unidos USD 1.508 ($1.854.923). De acuerdo al relevamiento que hizo Infobae en Argentina, Perú, España, Colombia y los Estados Unidos, en la mayoría de los casos los medicamentos son muchísimo más caros en nuestro país, según el cuadro que abre esta nota. Los casos más extremos son el Omeprazol, que aquí se comercializa a 25.997 pesos y es un 680,1% más caro que en España, y el Bisoprolol, que en Argentina cuesta 36.119 pesos y supera en un 1.011,9% el precio de las farmacias españolas. En los 10 medicamentos que integran la canasta consultada, sólo el ibuprofeno fue un 16,1% más barato que en Colombia; el paracetamol un 30,9% más económico que en los Estados Unidos, la amoxicilina fue un 1,2% más cara en Argentina y un 67,1% en Colombia; y en el enalapril hay una diferencia del 10,5% con el que se vende en Colombia a favor del argentino. En el resto de las 31 comparaciones, en nuestro país hay que pagar más por los medicamentos.En Argentina, hay medicamentos que cuestan hasta más del mil por ciento que en España (Colprensa)
Desde lejos
Por supuesto, los precios extremadamente caros de los medicamentos en la Argentina no comenzaron hace apenas 9 meses con el nuevo gobierno. Un informe de la CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) firmado por Gerardo Esteban Gómez Santiago y Guillermo Oglietti reveló la situación que se vivió en América Latina con el costo de los remedios durante la pandemia. Ellos presentaron un análisis comparativo en una región donde el gasto en salud representaba —en esa fotografía de 2020 y 2021—, el 6,6% del PBI, y el gasto per cápita ascendía a 1.026 dólares. Allí se mencionaba que casi el 8% de los hogares gastaban más del 10% de su ingreso en gastos sanitarios, lo que ocasionaba que el 1,7% de la población cayera debajo de la línea de pobreza.
Desde la perspectiva de Argentina, el informe revelaba algunas conclusiones preocupantes sobre el acceso a medicamentos y su impacto económico en la población:
En primer lugar, mencionaba que nuestro país se encontraba entre aquellos con los precios más altos de la región. La canasta hipotética de medicamentos en Argentina era un 26% más cara que el promedio latinoamericano, lo que afectaba directamente el poder adquisitivo y la capacidad de acceso a tratamientos esenciales para la población.
En segundo lugar, calculaban las horas de trabajo que se necesitaban en nuestro país para adquirir medicamentos. Y el resultado era que los argentinos necesitábamos trabajar 4 horas más que el promedio regional para cubrir la canasta básica de remedios.
Además, mencionaba que la baja capacidad adquisitiva de medicamentos en Argentina se debía tanto a los precios elevados como a los salarios bajos. La mitad del problema (51%) la atribuían a los altos precios de los medicamentos, mientras que la otra mitad (49%) se relacionaba con salarios insuficientes.
Y por último, señalaba que la regulación de precios de los medicamentos en nuestro país era limitada a pesar que en 2002 se implementó la Ley de Prescripción por Nombre Genérico. Esto redujo los precios en su momento, pero no cambió en forma notable los hábitos de consumo, prescripción o las estrategias comerciales de los laboratorios. Como resultado, según la CELAG, solo el 3% del mercado está compuesto por medicamentos genéricos sin marca, y muchos de los medicamentos genéricos son comercializados con marca, manteniendo precios elevados.
Los argentinos —concluían— se encuentran en una posición desventajosa en términos de acceso a medicamentos asequibles en comparación con otros países de la región.
De acuerdo a Sajem, esto se explicaría porque “otros países de la región no tienen la industria farmacéutica que tiene Argentina. Por ejemplo, Uruguay importa todos sus medicamentos. Chile tiene una industria mucho más limitada. Lo que encontramos aquí es que existe una gran diferencia de precios entre distintas marcas del mismo medicamento”.Infografía Felipe González
Según pasan los gobiernos
El director de CEPROFAR también analizó la evolución de los precios durante los tres últimos gobiernos: “Los medicamentos siempre estuvieron un poco por encima de la inflación. Pero cuando se pasaban demasiado, se conversaba con los laboratorios como una forma de regulación. Por ejemplo, en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, estuvieron un 5% por encima de la inflación. En 2017 y 2018, empataron. Pero en 2019, el último año de Macri, la duplicaron. Cuando un gobierno se está yendo, se relajan los controles. Con Alberto Fernández, en su primer año estuvieron un 10% sobre la inflación. En 2021 y 2022 lo corrigió y empató. Pero en 2023, sobre todo después de octubre, se fueron a un 100% sobre la inflación. Este año viene parejo, pero no bajaron el 67% de arrastre de los últimos meses del año pasado”.
Sajem cuenta que en el 2002, antes de la promulgación de la Ley 25649 de promoción de la utilización de medicamentos según su nombre genérico, el panorama con respecto a quienes no podían adquirir medicamentos recetados era mucho peor: “Había un 50% de recetas caídas, contra el 15% de hoy. En aquel momento tuvo mucho efecto el genérico, pero hay que hacer una salvedad. En Argentina no hay genéricos, son marcas de laboratorios poco conocidos que compiten por precio”. Y subraya que los medicamentos genéricos han sido una solución para aliviar el bolsillo de los pacientes en muchos países: “En el mundo se impusieron en distintos lugares como España, Europa Oriental, inclusive Estados Unidos. Allí, grandes laboratorios como Sanofi, GSK (Glaxo Smith Kline) o Pfizer tienen sus propias marcas de genéricos. Por ejemplo, la de Pfizer es Greenstone, tiene amoxicilina Greenstone. Avalan al genérico. Pero acá uno pide una amoxicilina y le dan la marca más conocida. Y un medicamento que tiene 40 o 50 años en el mercado no se debería vender imponiendo la marca, en cierta forma es un engaño. El médico debería recetar amoxicilina, el farmacéutico darle las 30 opciones y el paciente elegir, pero eso por lo general no sucede.
Sobre la posible “inducción” de los laboratorios sobre las farmacias a vender ciertos productos en detrimento de otros, Sajem defiende a su sector: “El farmacéutico, con los laboratorios menos conocidos, puede negociar las condiciones: dan más facilidad de pagos, de financiación. Con los de marcas no hay posibilidad, la farmacia tiene un margen de ganancia mucho más chico. No es que le conviene el de marca porque es más caro. Y también está la sensibilidad social que tenga. A la gente no se la puede hacer pagar un ibuprofeno a 7.500 pesos cuando por 1.500 puede obtener el mismo producto”.Ruben Sajem director de CEPROFAR
Paliativos
Según cuenta, la regulación de los precios de los medicamentos existe en todos los países del mundo. Y cita a los Estados Unidos: “Muchos países van incluso contra su industria farmacéutica cuando se excede. El propio Joe Biden, en su dimisión a la candidatura, enumeró los diez logros de su gestión, y en segundo lugar puso que mejoró la accesibilidad en cuanto al precio de los medicamentos. Y es el país más liberal del mundo, pero California importa medicamentos desde Canadá. Y a los laboratorios que aumentan sobre la inflación les aplican multas”.
Y a pesar de ese control, Sajem subraya que la industria norteamericana “apuesta a la investigación, al desarrollo biotecnológico, hoy producen medicamentos llamados de alto precio, muy complejos, que sólo pueden elaborar los laboratorios que se denominan Big Pharm”. En comparación, dice, “aquí hemos generado una industria farmacéutica que le da trabajo a 40.000 familias, genera valor agregado, pero en función de vender medicamentos viejos, de 40 o 50 años, que son copias y los venden a través de estrategias de marketing en las que sí se han desarrollado, pero no innovan y no investigan. ¿Es una industria estratégica? Sí, porque necesitamos quien produzca enalapril, ibuprofeno, omeprazol, amoxicilina. Pero al principio activo lo importan. Acá le dan la forma farmacéutica, la ampolla, el jarabe, el comprimido…”
Para él, existen formas de controlar que el precio de los medicamentos sean razonables. En primer lugar, la importación, como anunció la provincia de Mendoza. “Ellos lo pueden hacer sólo para su territorio, si hicieran tránsito de medicamentos ya implicaría la intervención de la ANMAT, que tratándose de un laboratorio de la India, debería ir a inspeccionarlo porque no entra dentro de los sistemas de regulación sanitaria de los controles europeos o norteamericanos. Pero a Mendoza sí los pueden enviar. Todo esto a pesar que estas marcas, que nosotros llamamos genéricos, son producidas para Sanofi, Pfizer o Novartis en la India o en China. Son medicamentos que ya tienen la patente vencida. Y el laboratorio hará un control antes de ofrecerlos al público”.
Por otro lado, el fomento del uso de medicamentos genéricos y biosimilares. “Por ejemplo en España —explica—, el médico no receta lo que quiere. Si no lo hace, le llaman la atención y puede hasta perder la posibilidad de recetar para determinada obra social”
En segundo término coloca a las compras centralizadas con un pacto entre países: “Hoy existe un acuerdo entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, que suman una población aproximada a la de Argentina, para monitorear y comprar juntos para frenar el precio de los medicamentos, sobre todo en el caso de los de alto costo”.
En tercer lugar, dice que sería útil “establecer listas de financiación de la seguridad social. Por ejemplo, si un omeprazol cuesta el 800% más que otro, que no se lo incorpore en las listas. Porque acá, a ese medicamento más caro, un médico lo receta por PAMI, y PAMI lo tiene que pagar. Y por otro lado, le saca medicamentos a los jubilados…”
Sajem también habla de las importaciones paralelas, que tienen lugar cuando “un país tiene un laboratorio productor que es el dueño de la marca o tiene una posición predominante. Es lo que sucedió en Estados Unidos con la insulina, que en Canadá es muchísimo más barata, o con los medicamentos para enfermedades respiratorias”.
Por último, señala la conveniencia de poner precios de referencia. “El gobierno anterior lo intentó. Cuando se toman esas iniciativas, como por ejemplo si un medicamento está entre 2.000 y 20.000 pesos ponerlo a 4.000, los laboratorios enseguida se sientan a conversar. Todas son estrategias de regulación que preocupan mucho a los laboratorios. Son medidas que no se toman en forma extrema porque los gobiernos tampoco quieren quedarse sin industria farmacéutica”.
Hoy, indica, “en Argentina no se toma ninguna de ellas. Ni siquiera la más básica, que es conversar con los laboratorios para acordar que los precios no aumenten por encima de la inflación, y que si están un 3% arriba, al mes siguiente estén el 3% abajo”.
(Con información de Infobae España, Infobae Colombia e Infobae Perú)
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Murió Miguel Ángel Russo

Murió Miguel Ángel Russo. El director técnico de Boca falleció a los 69 años este miércoles, cerca de las 19, en su casa de la Capital Federal y rodeado por familiares y seres queridos.
Más allá de su irrenunciable lucha por salir adelante y seguir con su trabajo, había desmejorado en los últimos tiempos por el avance de un cáncer que le habían diagnosticado en 2017, cuando estaba al frente de Millonarios en Colombia.
Desde aquel entonces, Russo frontó diversos tratamientos y dos operaciones mientras se mantuvo en actividad dentro del fútbol. Tras una serie de internaciones que empezaron a principios de septiembre, le había costado dirigir con regularidad y empezó a ausentarse.
Su última aparición pública fue el 23 de septiembre, durante una práctica del plantel en Boca Predio, cuando el club publicó en sus redes sociales una imagen sonriente en la que el presidente e ídolo Juan Román Riquelme lo abrazaba.
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Diputados aprobó la ley que restringe el uso de los DNU, pero hubo cambios y ahora deberá volver al Senado

Los libertarios ganaron tiempo y un eventual veto presidencial llegará recién después de las elecciones. El artículo de la polémica fue el que establecía un plazo de 90 días para que el Congreso se pronuncie sobre la validez de los decretos.
Los libertarios evitaron este miércoles una derrota total en la Cámara de Diputados y ganaron tiempo. La oposición logró aprobar una ley que limita estrictamente la capacidad de los Presidentes de dictar decretos de necesidad y urgencia (DNU). Sin embargo, un artículo salió rechazado y ahora toda la norma deberá volver al Senado para que allí se defina si acepta los cambios o si insiste con el texto original.
En los días previos a la sesión, desde la Casa Rosada dejaron trascender que el presidente Javier Milei vetaría la norma porque pone en juego la gobernabilidad. En ese sentido, el oficialismo festejó que el trámite parlamentario se prolongue y deje un eventual veto presidencial para después de las elecciones.
En las filas del oficialismo esperan que la finalización de la campaña electoral y un resultado aceptable le permitan recomponer la relación con gobernadores y ex aliados. Así podrá frenar la seguidilla de reveses parlamentarios que viene sufriendo desde hace varios meses.
La nueva ley, que había sido aprobada en el Senado con un amplio consenso que incluyó a referentes del radicalismo, fuerzas provinciales e incluso algunos díscolos del PRO, modifica la ley 26.122 de 2006. Esa ley había sido impulsada por Cristina Fernández, durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Entre sus puntos más importantes se destaca que ambas Cámaras se tienen que pronunciar sobre la validez de los decretos para que sean ratificados (en la actualidad sólo se necesita la aprobación de una Cámara). Por lo tanto, la oposición sólo necesitaría juntar una mayoría en una de las Cámaras para invalidar todos los decretos.
Sin embargo, salió rechazado el límite de 90 días corridos para que el Congreso se pronuncie. Según el artículo 3, que se cayó en la votación en particular, si el tema no es tratado dentro ese plazo, los decretos caen.
Por otro lado, establece que cada decreto deberá referirse a un área en particular, con el fin de evitar una mezcla de temas en un solo texto. A modo de ejemplo, los libertarios no podrían volver a firmar un decreto como el 70/23 de desburocratización del Estado, que modificaba cientos de leyes y abarcaba diferentes áreas.
La reforma del régimen de DNU significa una restricción muy contundente del margen de maniobra de un gobierno con minoría parlamentaria, como el de Milei. Si los libertarios no logran sostener un eventual veto presidencial, será prácticamente imposible que el Poder Ejecutivo esquive al Congreso para llevar adelante su plan de gestión. Los consensos mayoritarios se convertirían en un requisito casi ineludible para gobernar, un escenario muy distante al actual y que algunos advierten llevará inevitablemente a una parálisis de gestión.
Para los libertarios, la reforma del régimen de DNU busca “inmovilizar al Poder Ejecutivo” para “debilitar la gobernabilidad”. “El peronismo solo se rige por el oportunismo político”, señaló el diputado de LLA Álvaro Martínez.
En la misma línea, el referente del PRO Damián Arabia recordó que Néstor Kirchner firmó 236 decretos, CFK usó 81, teniendo mayoría en ambas cámaras, y Alberto Fernández, otros 178. “Cuando les tocó gobernar sobreutilizaron los DNU. Y ahora quieren cambiar una ley que estaba hecha a medida para ellos, porque no gobiernan”, dijo y denunció que la oposición está planeando un “bloque institucional” para después de las elecciones porque “si no gobierna el peronismo no quieren que gobierne nadie”.
Por su parte, varios diputados de la UCR coincidieron en que la ley actual “es mala” pero argumentaron que cualquier reforma debería implementarse a partir de 2027. “Lo ideal sería tener esta discusión a fines del 2026, sin saber quién va a gobernar a partir de 2027”, manifestó Martín Tetaz.
En cambio, el diputado de la Coalición Cívica Maximiliano Ferraro planteó que los decretos “han sido la herramienta más destructiva para la libertad que hoy en día algunos dicen defender”. Y arremetió: “Si nosotros no ponemos un límite esto seguirá siendo un viva la pepa, un estado de excepción permanente”.
En las filas libertarias consideran que es posible que el Senado ratifique el texto original, pero al menos la discusión quedará postergada para después de las elecciones legislativas del 26 de octubre.
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Con el Programa de Regularización de Habilitaciones Comerciales ya se logró más altas que en 2024

El secretario de Hacienda de la Municipalidad de Eldorado, Marcelo Mikulán, habló con Canal 9 Norte Misionero sobre el impulso positivo que tuvo la implementación del Programa de Regularización de Habilitaciones Comerciales desde inicio de este año, aunque anticipó que a fin de este mes se le pondrá un punto de cierre.
“Estamos muy contentos, muy conformes”, afirmó el funcionario debido a que “nos permitió que, en prácticamente nueve meses de vigencia del plan, hayamos ya tenido más habilitaciones comerciales que el año pasado”.
Mikulán recalcó que esto “implica la posibilidad de que trabajen más tranquilos, de que puedan de alguna manera manejarse con puertas abiertas, de que puedan tener sus empleados a la vista, puedan trabajar también con distintos medios electrónicos, porque al tener una habilitación, también pueden hacer la habilitación de los postnet, de las billeteras virtuales, o sea, un montón de beneficios que implica tener regularizado un comercio”.
Acotó que “a eso debemos agregar que también genera una mayor equidad tributaria, porque esos comercios que antes no tributaban y que estaban fuera del sistema, hoy están incorporados dentro del sistema y de alguna manera también genera mayor equidad respecto de aquellos que en tiempo y forma a veces hicieron un sacrificio no tanto para hacer su habilitación como para pagar los tributos”.
No obstante, consideró que “siempre quedan de alguna manera todavía algunos emprendimientos sin regularizar, algunos vendedores ambulantes, pero bueno, entendemos que la medida sirvió de manera significativa para ayudar y colaborar dentro de nuestras posibilidades con este sector comercial que realmente necesitamos que crezcan para de alguna manera mejorar la economía local”.
Para concluir, Mikulán indicó que el programa estaba previsto que cierre el pasado 30 de septiembre, pero se prolongó hasta el 31 de octubre y posteriormente se volvería al esquema anterior.
“En principio la idea era que el programa finalice el mes anterior, o sea, que finalice para el 30 de septiembre, -porque- lo que estamos notando en los últimos 3 meses es que tenemos menor cantidad de solicitudes de lo que fue en el primer semestre cuando arrancó el plan”, explicó y agregó que, “hemos dado un tiempo prudencial para que aquellos que realmente tuvieran interés en regularizar, porque lamentablemente no todos lo tienen, pero aquellos que tenían intención, creemos que 10 meses de vigencia del plan fue un tiempo prudencial”, cerró.
“Estamos cumpliendo con el Presupuesto”:
Por otra parte, Mikulán hizo referencia a como se está dando la ejecución del presupuesto 2025, la recaudación y también sobre si se lanzará a fin de año el programa de Bonificaciones por Pago Anticipado de Tasas.
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